¡El periodico, La Conexión, gracias por publicar mi articulo!

La aplicación de leyes en contra de la inmigración sigue siendo la manzana de la discordia entre los estados y el gobierno federal (y en la compaña presidencial del partido republicano), y la Suprema Corte ha acordado intervenir en el tema. Hay, sin embargo, una ironía en esta batalla que parece estar perdida para los defensores de la deportación: muchas personas ya están saliendo voluntariamente o han escogido no venir.

Así es, por primera vez en sesenta años, la inmigración ilegal neta de México ha llegado a cero; y puede que haya traído aspectos negativos. Aproximadamente seis de cada diez inmigrantes ilegales en los Estados Unidos son de México, pero sólo en los tres últimos años las detenciones en la frontera sur han disminuido en un 53 por ciento. De hecho, el Pew Hispanic Center, indicó que el número actual de inmigrantes ilegales es de 11.2 millones, lo que supone una disminución con respecto a la cifra máxima de 12 millones en el 2007.

Una prueba más de este giro es que la demografía de los ilegales residentes está cambiando. Por ejemplo, únicamente el 15 por ciento de los residentes ilegales de hoy en día llegaron dentro de últimos 5 años, mientras que en el 2000 fue el 32 por ciento.

Pero no sólo los inmigrantes tienen en su mira a tierras lejanas. La Oficina de Censos ha medido la migración internacional concluyendo una tendencia baja desde el 2000 (PDF, p. 17, en inglés).  Aun cuando la exactitud de esos datos podría ser cuestionable, abundan historias sobre comunidades de inmigrantes que han empacado sus pertenencias y regresado a sus hogares; inclusive la revista Atlantic llegó a llamar a esta tendencia “El fin de Chinatown”.

Mientras menos inmigrantes vienen, legal o ilegalmente, y más retornan a sus hogares, lo evidente empieza a aparecer para aquellos que están dispuestos a observar. En primer lugar, la inmigración no es la causa de los problemas que atraviesa Estados Unidos; en consecuencia este cambio de ninguna manera  ayudará a restaurar la prosperidad económica o la libertad individual. En segundo lugar, Estados Unidos no es más la “ciudad resplandeciente” que muchos veneran. En un ritmo alarmante, se  ha convertido en un país menos libre y próspero, y los cambios en el flujo de la inmigración así lo reflejan.

Temores sobre los inmigrantes

Unos de los principales temores acerca de los inmigrantes es que éstos tienden a remplazar a los trabajadores domésticos. Esto, desde luego, presupone que personas nacidas en un determinado lugar o que tienen ciertos privilegios concedidos por el gobierno son más valiosas que otras. No obstante, si se deja a un lado el nacionalismo, un caso reciente en Ashville, Carolina del Norte, muestra que este miedo es infundado.

Con el fin de cumplir con el programa E-Verify y evitar cargos legales, un mayorista de flores despidió a más de 60 inmigrantes ilegales en el 2009. Dos años después, a pesar de que el índice de desempleo sea de un 8 por ciento en el país y más de un 10 por ciento en el estado, el propietario aún no ha podido encontrar remplazos. “Aquellos que quieren trabajar fallan en el E-veryfy, y quienes lo pasan fallan en el trabajo”, explica (artículo en inglés).

El trabajo ético de los inmigrantes, y su disposición a aceptar trabajo doméstico en lugar de buscar comodidades, pone a muchos nativos estadounidenses en vergüenza.

Ahora bien, tal vez su salida requerirá que los empleadores paguen mejores salarios para atraer a los locales, lo cual tiene algo de sentido económico,  pero como el comerciante señala: “sin una reforma migratoria integral, los requisitos de verificación van a matar la agricultura”. En otras palabras, algunas empresas o negocios simplemente no son viables con un alto costo de la mano de obra.

Bryan Caplan, de George Mason University advirtió: “La inmigración tiene poco o ningún efecto sobre los salarios en general. Los estadounidenses con educación son principalmente consumidores, y no competidores de los recién llegados”. Por lo tanto, sacar a los extranjeros con la esperanza de incrementar el empleo de los nativos estadounidenses es una gran equivocación.

Pero,  ¿qué pasa con el crimen?, ¿no debería haber disminuido mientras el número de inmigrantes decrece?  Quizás esto sorprenderá a algunos, pero las evidencias sugieren que los inmigrantes cometen menos delitos que los nativos estadounidenses. Inclusive el Centro de Estudios de la Inmigración,  el cual busca activamente reducir la inmigración en los Estados Unidos admitió que  “no encontraron evidencia concreta de si los inmigrantes cometen  más o menos crímenes que la población estadounidense”.

¿Por qué está bajando la inmigración?

La parte lamentable de esta historia es que las personas están saliendo (o en primer lugar no vienen), ya que el “sueño americano” está en el camino a la salida. A la migración le sigue la libertad económica, y Estados Unidos ya no es la nación más libre de la tierra –está lejos de serlo. En realidad, de acuerdo con el ranking del Fraser Institute, Estados Unidos tiene menos libertad económica que Canadá y el Reino Unido; y ha bajado cuatro puestos, del sexto al décimo lugar en este último ranking (basado en datos del 2009 PDF).

“Mucho de esta caída es el resultado de altos gastos y préstamos por parte del gobierno, y los bajos resultados de estructuras legales y derechos a la propiedad…”, indica el informe. Desde luego, los muchos trillones de deuda estatal y las obligaciones sin financiación prevista son poco atractivos para quienes buscan emigrar y para los mismos estadounidenses. ¿Quién querría estar atado a esa cuenta por pagar?

Fergus Hodgson es el director de la unidad del estudio de la política fiscal en John Locke Foundation y un asesor de política en The Future of Freedom Foundation. Usted lo puede seguir en Twitter o enviar un correo electrónico.

Traducido por Alexandra Veloz Velástegui. El artículo orginal se encuetra en la página de The Future of Freedom Foundation.